En manadas, en manadas nos subimos a aviones que nos llevan a Cancún o a cualquier otro sitio con playas de arena blanca y aguas de cristal. Donde nos atienden gentes con la piel tostada y quemada por el sol. En manadas nos subimos a autocares que nos llevan a ver las murallas de Ávila pero que sólo podemos disfrutar durante 12,5 minutos porque la siguiente visita está programada para las 4:30. Y, ¿con qué volvemos? ¿Con un recuerdo que nos llena y nos apacigua el alma?, casi mejor volvemos con una cámara digital llena de fotos obligatorias, con gente que se coloca en posiciones que no conoce y con sonrisas que no son las suyas. Y cuando llegamos al final nos enteramos de que ésta no era la meta. De que no queríamos llegar a ese sitio, porque es igual que el del verano pasado. Que en realidad la belleza no se encuentra en llegar al final, sino durante el camino que recorrimos, y durante el cual algún imbécil nos arrastró a toque de pito sin dejarnos parar en ninguna estación.
Hemos perdido el gusto por sentarnos en una piedra a masticar regaliz, y respirar hasta que los pulmones se enfríen y se recuperen de escuchar y tragar el tráfico diario. Ya no queremos que el culo se nos quede frío en una roca mientras miramos el horizonte o un árbol, o una simple mariposa que, ajena a nuestras ansias de acumular, vuela a nuestro alrededor sin otro sentido que volar y encontrar el aroma de otra flor. Las orillas de un río límpido, con piedras redondeadas de tanto golpe, ya no quieren que refresquemos nuestros pies malolientes y cansados. Porque nosotros ya no le respetamos, dejamos de quererle hace mucho tiempo. Ya no escuchamos cómo se mueve, cómo el agua golpea entre sí y es capaz de calmar hasta la envidia más asesina.
Mejor si cogemos aviones que nos lleven lejos, más lejos, aún más lejos. A probar comidas que no entendemos, en vez de abrazar un árbol. A ver animales grandes, más grandes, aún más grandes a los que no respetamos, en vez de observar y dejarnos invadir por el canto de un grillo.
¿Sabéis cómo canta un grillo, o cómo vuela un gorrión, habéis visto una ardilla saltando de un árbol a otro? No importa si hay una persona que sabe más que todos nosotros juntos, y se ha inventado una G y una S para marcárnosla en el hombro, en el cuello o en el culo. Y además mientras nos engaña se ríe, nos roba el sudor, y se bebe nuestra sangre. Otros se dedican a colocarnos un cocodrilo en el pecho, es peor si es falso, o ¿es más falso el original? Qué nos importa si mientras nos regodeamos en la desdicha ajena del “Tú no puedes, yo sí”. Voy marcado hasta en mis labios, más rojos y ensangrentados que los tuyos. Pero para todo eso hay que ser un Gurú, o parecerlo o mejor aún, hacer creer a los demás que lo eres, que tienes la llave, la certeza de que yo he estado donde todos vosotros queréis ir y os puedo enseñar el camino. Venid a mi lado pero a cambio vaciad vuestros bolsillos en el mío que se encuentra lleno de sapiencia y de estímulos que encontré lejos muy lejos, aún más lejos. Y nos reúne a todos y nos maniata, los pies también, nos tapa la boca con un esparadrapo barato, mientras nos hipnotiza con una flor. La margarita más hortera y pestilente que jamás haya calentado el sol, sin aroma, sin textura y que además no podemos guardar en un libro después de nuestra primera cita quinceañera. Pero nos la muestra de un lado y del otro hasta que nuestras pupilas se vuelven margaritas, la reverenciamos y hacemos penitencia de rodillas hasta el garito más cercano, y para merecerla tienen que sangrarnos las rodillas. Pero cuando se ciñe a nuestro cuerpo, cuando notamos esa segunda piel, acrílica y manchada de sangre y padrastros de un niño vietnamita, entonces el Gurú nos mira, con sus ojos negros marcados con dos barras y una serpiente sinuosa entre ellas, vaticinando, ahora eres mejor, sal y machaca a tus semejantes, písales la cabeza. Al menos durante esta temporada tú, sólo tú y otros miles de borregos sois diferentes, mejores. Ya tienes la marca, levanta la cabeza, no pienses, no opines, pero levántala.
Holaaaa,
ResponderEliminarYa te comenté. Para reflexionar es todo el texto. Para preguntarnos adonde vamos de esta forma.
Saludos mil
MR